No solo médicos...


Hay un malestar en los trabajadores del ICS, debido a problemas de organización, a saturación en las consultas y a recelo en cambios estructurales que la mayoría dudamos en si acarreará más demanda asistencial de la que se puede soportar. Pienso que este problema se está canalizando para beneficio de “otros” y los trabajadores como siempre vamos a ser manipulados.

Se destituyó a un coordinador de Barcelona por hacer declaraciones que se consideraron no adecuadas para su cargo y puedo afirmar que no solo el sindicato de médicos se manifestó en Balmes para pedir su restitución.

En prensa y televisión se está atribuyendo la campaña pública en defensa del facultativo al sindicato de médicos y este hecho es una falacia. UGT ha pedido su restitución y a la concentración de Balmes y en la recogida de firmas, estuvimos médicos no afiliados a dicho sindicato, enfermeras (que parece no tenerse en cuenta) y personal de atención al usuario (que señores también existe).

El personal del ICS está viviendo unos cambios que esperamos sean para mejorar nuestras condiciones de trabajo, por ello se está trabajando en mesa sectorial y con las organizaciones adecuadas, pero parece ser que directivos ansiosos de colgarse medallas, están precipitando unos cambios que aún no han sido reglados y entes sindicales o tal vez políticos, quieren aprovecharse de un malestar evidente de los más desfavorecidos.

No solo los médicos hacemos que funcione nuestro sistema sanitario y no solo el sindicato de médicos, representa a los facultativos que no hemos de olvidar, trabajamos a diario con enfermeras, auxiliares de clínica, personal de administración y trabajadores sociales.

Cada estamento tiene sus peculiaridades, pero todos formamos parte de un mismo equipo, hecho que algunos sindicatos parecen obviar.

El caos de la Atención Primaria

Estamos viviendo una situación de caos en los centros de atención primaria. No soy economista ni personal que cobra por pensar, pero desde la base, o sea trabajando día a día en la consulta, al lado del paciente, puedo expresar un sentimiento generalizado y es que esto no funciona correctamente y con los cambios venideros, simplemente se creará un mayor malestar en los trabajadores que facilitará aún más la escasez de profesionales que están pensando en emigrar a otras comunidades, al extranjero o simplemente en abandonar. No creo que los pacientes se beneficien siendo atendidos por profesionales quemados.

Llevamos años sufriendo consultas colapsadas debido a un envejecimiento de la población, a un alto porcentaje de pacientes de otros países y por supuesto a una demanda injustificada y banal que ha sido fomentada por los políticos y la falta de educación sanitaria. Se habla de derechos del usuario, también tienen deberes y los trabajadores tenemos derechos. Se han medicalizado los problemas sociales, la soledad, la insatisfacción y ante un simple resfriado o una gastroenteritis banal, se colapsan tanto los centros de primaria como hospitales. Los pacientes votan, pero ello no es motivo para consentir el abuso y no tomar cartas en al asunto, aunque no sea políticamente correcto.

Debido a esta espiral de demanda asistencial, los que piensan han ideado la reforma de la reforma y aquí empieza la locura generalizada.

Siempre se ha ofrecido en primaria una atención de 24 horas. Durante el día dos turnos: mañana y tarde y por la noche y festivos entraban los servicios del SEU y del SOU. Problemas siempre los hay y los habrá, pero hay que solucionarlos y no querer cambiar todo y estropearlo.

El primer cambio fue establecer turnos “lliscants”, el primer lío. Decían que era para aumentar la accesibilidad, que por cierto tenemos diría que demasiada. Cualquier paciente puede ser atendido en su centro las 24 horas del día, por supuesto no por su profesional, pero siempre por alguien con titulación, porque no somos un “servi caixa” somos personas con familia y vida más allá del trabajo y exigimos unos horarios estables.
Esta novedad del “lliscant” ha supuesto cambios en los biorritmos de los trabajadores y como paciente tengo que decir que nunca sé cuando mi médico está de mañana o de tarde. Si quiero visita porque me encuentro mal, tengo permiso en la empresa igual que cuando pido hora con el tutor de mis hijos o para un tramite administrativo. Lo malo del asunto es que hay personas que acuden al médico casi a diario y eso señores no se puede consentir.

Luego se inventan el tema de la Atención continuada que dicen será obligatoria (hay comarcas que ya lo es) ¿No existía ya la atención de 24 horas? Pero resulta que la finalidad de este invento es que los mismos que trabajamos durante el día, también lo hagamos los festivos, por una ley Europea sacada de la manga. Somos europeos cuando interesa porque de sueldo somos a lo mucho de la Europa del Este. Soy mal pensada y creo que esta movida es porque los estatutarios salimos más baratos, se nos paga la hora extra y así el ahorro en nóminas es sustancioso. Porque la atención ya se daba y estas innovaciones huelen como a raro.

Lo más calentito es el cambio de horario. Sin arreglar el problema del colapso (que ya parece el caso del AVE y de cercanías), ni de agilizar las consultas a especialistas que son de meses o de intervenciones quirúrgicas que son de años, se nos dice que abriremos los centros de primaria dos horas más. La excusa es para ser más accesibles y conciliar la vida familiar y laboral. ¿De quién? Lo primero es una tontería y lo segundo una mentira, lo único que se crea con esta medida es aumentar la demanda, y que los trabajadores del centro se amotinen porque rompe del todo el esquema familiar. ¿Beneficios para los pacientes? La verdad no veo ninguno, porque repito que la asistencia ya está cubierta y el hiperfrecuentador tendrá otra excusa para pasar más ratitos en el centro.

En el preacuerdo que presenta el ICS es más de lo mismo. Hablan de flexibilidad y que el trabajador presentará al director de turno el horario que prefiera, por supuesto el coordinador lo negará argumentando lo que le dé la gana y la solución que nos ofrecen es que ante la disparidad de criterios trabajaremos todos los sábados. ¡Vaya solución! Les ponemos en bandeja lo que quieren, tener a los machacas a su entera disposición…

La Consellera dice que se retrasa la puesta en vigor de esta idea y por otro lado la gerencia ha puesto fecha para final de Diciembre ¿Es lo mismo? Por no decir que hay centros que lo están imponiendo y con la desfachatez de que alegan que es por mutuo acuerdo, cuando soy testigo que ha habido amenazas de sanciones y han argumentado que quien se queje trabajará todos los sábados.

Esto es un caos que han montado los que piensan, los que no están a la cabecera del paciente, los que no hacen turnos “lliscants”, los que no hacen atención continuada y los que si cobran salario europeo.

No soy House


Publicado en el periódico de Catalunya
21 de Octubre de 2007

Soy médico, pero el oficio es lo mismo, el caso sería igual de estrambótico si me dedicara a la enseñanza, al comercio o a reparar zapatos. Intentaré resumir un asunto kafkiano por si hay ser humano que lo entienda.

Los hospitales están saturados y la administración quiere solucionar el problema con el invento de la atención continuada de 24 horas practicada en ambulatorios. Hasta aquí me parece bien pero resulta que el personal que trabaje festivos y noches quieren que sea el mismo que cumple su horario ordinario. Son horas extras pero obligadas. Para dar este servicio se han gastado cifras millonarias en comprar coches (sin conductor), se han equipado con aparatos de rayos X (sin radiólogo), dicen que se podrán poner yesos (sin traumatólogo) y se hará medicina punta (sin el doctor House). Yo me pregunto: si no soy chofer, ni radiólogo, ni traumatólogo, ni internista, ni médico de serie americana y debo hacer una medicina para la que no estoy formada ¿Quién irá a la cárcel por mala praxis?

Otro asunto es que los médicos también tenemos familia y vida más allá del trabajo y cuando argumentas que no puedes hacer horas extras, el equipo de salud laboral te deriva al psiquiatra, pues lo único que te libera de esta locura, es tener una enfermedad grave física o psíquica.
Con todo lo expuesto, vía psiquiátrica será el camino que me deje vivir en paz y si no me queda ir pensando en dedicarme a otra cosa.

Lo siento por mí, por otros compañeros que han estudiado medicina con vocación y están emigrando a donde son mejor tratados y lo siento por mis conciudadanos que cuando vayan al médico tendrán que aprender polaco, rumanés o chino, ya que si faltan médicos, a este paso, seguirán faltando y resulta que es más fácil importarlos que cuidar a los de casa.

Lo siento porque ni soy House ni tengo su cinismo y ello me incluye en la lista de médicos afectos de Burn oud.

PREPOTENCIA EN MANDOS DEL ICS

28-09-2007
Llevamos en la ICS decenas de años cumpliendo el horario que se nos indicó. Por motivos dudosos se nos quiere obligar a entrar una hora antes por la mañana y a salir otra más tarde por la noche con todos los problemas familiares que ello conlleva.

Si la empresa te obliga, lo argumenta y sobre todo lo da por ESCRITO, acataremos ordenes y en paz, siempre que no nos toque una primitiva o publiquemos un best seller. Pero resulta que los MANDOS INTERMEDIOS, osea, coordinadores de centro, se niegan a escribir en ningún papel. ¿Tienen faltas de ortografia? No creo que sea ese su problema, el asunto radica en que quieren que agachemos la cabeza y obedezcamos como servidores. Hay coordinadores que se creen que el centro es su reino de Taifás, que los trabajadores somos siervos ubicados en la edad media y que los sindicatos no sirven para nada.

La junta de personal, concretamente del Baix Llobregat ha enviado fax a los centros y hoy se ha convocado una asamblea general para notificar que el cambio de horario queda anulado hasta que el tema no pase por los mandos correspondientes y se haga un escrito notificando el cambio de horario. Pero jefes sordos y prepotentes (unos cuantos) han cambiado agendas y están coaccionando al personal a que pase por el tubo bajo la amenaza de sanción.

Una compañera de un sindicato que no es el mio, pero a la que aplaudo, ha comentado que aún no se han enterado de que Franco murió hace muuuuuchos años. Han habido aplausos y comentarios negativos, pero lo cierto es que el apellido ha cambiado, pero personajillos con pinta de progre y que tal vez incluso voten a la izquierda, se están comportando como auténticos dictadores que desprecian todo lo que no sea de su parecer.

Animo a todos los trabajadores de la ICS a que no se dejen pisotear. CUALQUIER CAMBIO HA DE SER POR ESCRITO, las cosas se deben hacer birn y con respeto hacia los que en realidad hacemos funcionar la ICS (nosotros los currantes) y quien quiera volver al pasado que se construya una máquina del tiempo.

Por favor no olvidaros que tenemos deberes y también DERECHOS... HAGÁMONOS RESPETAR

Té con Blanca


Relato finalista en el 2º concurso de S. Joan D'espí (2006)


Apoyada sobre el hombro de su marido, Ágata se siente adormecer. ¡Han envejecido juntos!. Mira hacia atrás y le parece que todo ha pasado demasiado rápido. Su vida ha sido intensa. Han disfrutado de una vida larga y a pesar de todo feliz…
El reloj de madera que hay enfrente del sofá, la arranca de la duermevela. Suenan cuatro campanadas y mira el objeto que durante tantos años ha marcado el ritmo cotidiano de su vida. Las manecillas del reloj giran sin cesar, giran sin saber porque, y mientras van describiendo esa circunferencia marcada por números fijos, pasan los días, pasa la vida de forma insolente, de forma descarada. Sin pedir permiso, el ayer se convierte en presente, se convierte en un momento fugaz, etéreo, y en un instante se transforma en pasado, formando parte de un recuerdo.
Deja de filosofar con el reloj. Se prepara para el ritual de cada tarde, aunque hoy sufrirá un pequeño cambio. No puede dejar de pensar en su marido, en la casa, en su decisión, y no dará marcha atrás... La casa igual que ellos, ha sido testigo del tiempo vivido: faltan piezas en el tejado y a las paredes no les iría nada mal, una mano de pintura; el jardín que siempre ha sido la envidia de los vecinos, se ha convertido en una selva descontrolada; las malas hierbas y las enredaderas han ganado la partida a las flores que en un pasado, lucían sus estudiados colores en inmaculados parterres; pero ahora ya no le importa… En aquella casa los únicos objetos que se conservan intactos y que incluso se han revalorizado, son un juego de té y el cuadro que desde la pared, ilumina todo el salón. Su sobrina Alicia se hará cargo de todo, restaurará la casa y nada habrá cambiado...

Ágata nació en Londres y allí conoció a Luis, un pintor de otro país, de un país cálido, acariciado por el sol. Se enamoró del hombre, se enamoró de su obra y junto a él, cruzó el Atlántico. De Londres se llevó el recuerdo, se llevó unas costumbres que conservó durante toda su vida, y con ella viajó un juego de té que habían poseído todas las mujeres de la familia.
La joven pareja que iniciaba su vida con pocas cosas materiales y mucha ilusión, se instaló en una casa apartada de la ciudad. Era un caserón precioso y destartalado, envuelto por un jardín descuidado, con una fuente de piedra que custodiaban dos querubines. Ágata y Luis, viendo más allá del deterioro, imaginaron como quedaría aquella casa con su jardín cuidado, las paredes pintadas y ellos dos en el porche, sentados en sillones de mimbre y juntos… sin necesidad de hablar.
Luis se dedicó a lo que sabía hacer, que era también lo que le apasionaba: se dedicó a la pintura. Ágata construyó el paraíso que habían soñado en el jardín, controlaba la cuestión financiera y por las tardes sentada en el porche blanco, escribía relatos que quizás algún día enviaría a una editorial.
Dos años después de instalarse en su paraíso privado del Maresme, aumentó la familia. Tuvieron una niña de piel blanca y ojos azules como el mar protagonista de los oleos que llenaban la buhardilla. Juntos vieron crecer a Blanca, su única hija.
El tiempo convirtió a la niña en mujer, y marchó del hogar familiar. Estudió medicina en Barcelona. Blanca era inquieta y su ansia de aventura impidió que construyera como sus padres un nido donde reposar. La necesidad de ayudar a los más desfavorecidos, la llevó a países lejanos, donde decía a sus padres que podía ejercer su profesión en toda la esencia. Luis se preocupaba en voz alta, su mujer en silencio. Lo calmaba siempre con la misma frase: cada cual ha de recorrer su camino. Ella también se quería convencer.
Aunque Blanca estuviera lejos, su rostro y esencia eran parte de la casa. Su retrato colgaba de una pared del salón, encima de la chimenea y desde aquel lugar privilegiado sonreía a sus padres. Compartía con ellos cada tarde el ritual del té, ritual que Ágata mantenía de forma fiel.

Son más de las cuatro. Ágata mira por la ventana y comprueba que el sol con su pereza habitual y cíclica, ha dado permiso a la entrada de la tarde. Consigue levantar sus pesados huesos del sofá y se dispone a sacar del aparador del salón, el juego de porcelana. Abre las puertas de cristal y con la tetera en la mano se siente más cerca de su infancia. Es como si pudiera viajar en el tiempo y recuerda a su madre, a sus hermanas. Vuelve a ser una niña peinada con largas trenzas y con la punta de la nariz manchada. Cada taza lleva el dibujo de una flor y cada hermana tenia la suya. Una de las tazas lleva dibujado un girasol, es su taza preferida y tuvo que imponerse a sus hermanas. Todas querían tomar el té con leche, en la taza que llevaba pintada la flor que asociaban al verano, al sol, a la luz. Pero Ágata ganó la batalla, por algo era la mayor. Se escribe regularmente con sus dos hermanas, pero la distancia es un abismo. Cuando te has convertido en una anciana, la distancia es una barrera infranqueable. Alicia la hija de su hermana pequeña, es la única persona de la familia que ve con regularidad. Vive en Barcelona y cuando sus viajes de trabajo se lo permiten, nunca pierde la oportunidad de visitar a los tíos.

Ágata pone el agua a hervir y sonríe al recordar a Luis. Se burlaba de sus costumbres, eso sí, cuando era capaz de burlarse; cuando se enteraba de lo que hacían los demás, cuando se enteraba de que hacía él. Ella respondía siempre lo mismo: las costumbres son importantes, dan sentido a la vida, le dan personalidad a la rutina. Estaba convencida de ello.
Lleva tiempo viviendo en un mar de dudas, pero ahora está convencida de lo que va a hacer. Su educación religiosa ha evitado que actuara antes. Lo que piensa hacer está en contradicción con su fe, pero ya no le importa... Gracias a su fe, se mantuvo entera cuando Blanca desapareció de sus vidas, pero aquella vez sin retorno. Un accidente muy lejos del hogar, en uno de aquellos países castigados por la guerra y el hambre, la convirtió en el retrato eternamente joven que su padre reflejó en el óleo del salón.
Ágata conservó la mente clara, consiguió construir una fachada rígida que ocultaba un caos interior. La tristeza que cada mañana le dificultaba abandonar la cama, la combatía pensando en Luis. Ágata deseaba dormir, dormir y no pensar, dormir y no sufrir. Pero su marido la necesitaba. Se convirtió en un ser inanimado: dejó de comer, dejó de pintar, dejó de vivir. Nunca había dejado de querer a ese hombre que tenía a su lado y luchó por él. Cada mañana descorría los cortinajes de la habitación, dejaba entrar el sol en la casa. Bajaba a la cocina y le preparaba el desayuno. Lo acompañaba a la cama y le hacía tomar sus cápsulas de diferentes colores: La amarilla para la tensión, la roja para la depresión, la verde pequeña para dormir. La química, la constancia y el amor, obtuvieron su objetivo, y Luís parecía superar la depresión.
Ágata lo había conseguido, su marido estaba mejor pero ahora era ella la que no se encontraba bien. Todo lo que hacía se convertía en un esfuerzo. La tristeza disimulada de aquel adiós, estaba haciendo estragos en su cuerpo y el corazón se le rompió... Decían los médicos que la causa de sus molestias, era una válvula calcificada, una insuficiencia cardiaca, ¿qué sabían ellos?... No discutiría tecnicismos que ni entendía ni compartía.
La mejoría fue un espejismo y Luís no tardó en empeorar. Se le acentuó un temblor en las manos. Dejó poco a poco de pintar, hasta que sus dibujos se convirtieron en burdos garabatos. Los médicos diagnosticaron esta vez un Parkinson. Nuevos fármacos parecía que lo aliviaban, pero con el tiempo dejaban de ser efectivos. La rigidez iba ganando terreno a un cuerpo, que había sido todo lo contrario a la realidad que estaba sentada en el sofá. Con el tiempo, la enfermedad degeneró en demencia. La farmacia abandonó de forma insidiosa toda su efectividad y Luis fue desconectando lentamente de la vida: No sabía dónde estaba. Se olvidó del porqué. Se olvidó del para qué. Dejó de saber quien era. Sólo conocía a Ágata y sólo esbozaba algo parecido a una sonrisa, cuando oía la voz de su mujer.
La vida de Ágata tiene fecha de caducidad. El cardiólogo dijo que su corazón no soportaría una nueva operación. La medicación no evitaba el edema ni su hambre de aire. Sólo el amor a su marido conseguía hacerla seguir en pie. Pero todo tiene un final y ella sabe que le queda poco. ¿Que haría Luis sin ella? Su mente clara busca una solución. Sólo ve ante ella dos posibles caminos. Uno de ellos pasa por vender la casa, la casa que lleva impregnada en todos los rincones el recuerdo de su hija y con ese dinero podría pagar una residencia hasta que Luis se reuniera con ellas. ¿Quién viviría en su casa? ¿Respetarían los objetos que llevaban el recuerdo de su hija, de su marido, de ella? Ágata cree firmemente que algún día, volverán a estar juntos: Luis liberado de la rigidez de su cuerpo y cerca estará Blanca, con su alegría, con su presencia, pero… fuera del cuadro. Hay otra alternativa, y con ella el cuadro de su hija, seguirá colgado en el salón…Confía en su sobrina Alicia.

El agua hierve en el fuego y Ágata prepara el último té, esta vez con mucho amor y con una fuerte dosis de química… Se sienta junto a Luis en el sofá del salón. Le acerca suavemente a los labios, la taza que él ya no puede sostener con las manos. Se sirve el suyo con leche desnatada, como es habitual, y en su taza con el dibujo del girasol.
El reloj de pared toca seis campanadas. Ágata recoge la mesa auxiliar. Lava y seca las tazas con suavidad. Las guarda en el aparador Victoriano, y se acomoda junto al cuerpo que tanto ha deseado y que últimamente cuida como a un bebé. Siente su calor. Apoya la cabeza en su hombro y ambos entran en un sueño dulce que Blanca contempla con una sonrisa, a través del cuadro colgado en el salón.

Alicia cruza el jardín. Acaricia el querubín que custodia la fuente y entra en una casa llena de recuerdos. Se sienta en el sofá del salón y la envuelve un silencio tan solo roto por el tenue sonido de las manecillas de un reloj.
Mañana volverá con el interiorista y decidirán sobre las mejoras que piensa hacer en la casa. Está decidida a montar su despacho en el salón, cerca del cuadro de su prima Blanca y desde luego, no piensa prescindir del hermoso aparador victoriano que hay al lado de la chimenea.
EL FRUTO PROHIBIDO… Y EVA

Cuento crítico publicado en NOVEDAPS (ICS) desembre 2001



Se dice, que hubo un día en que todo se creó y en sólo seis días (EFICIENCIA), el todopoderoso creó el cielo, la tierra, el hombre y los animales. Cansado de crear, el todopoderoso juega, perfecciona, diseña y creó la mujer (CALIDAD) Al séptimo día, acabó su obra y descansó (día de lleure).

Allá en el Edén, entre el Tigris y el Eufrates (Hoy zona embargada por Bush), Dios plantó un jardín y en el centro destacaba el árbol de la ciencia, del bien y del mal (Tecnología punta, RMN, novedades farmacéuticas), estaba orgulloso de su obra, lo susurraba por la brisa del paraíso (No había televisión ni elecciones políticas), pero… prohibió a sus siervos (Hoy asalariados) probar de su fruto.

Eva, juguete del paraíso, desnuda, inconsciente, producto de una costilla y que no era ni familia, fue tentada por la serpiente (¿?????)… y probó el fruto prohibido,( se saltó las normas, no cumplió los porcentajes) y Adán, infeliz, se dejó corromper.

El Todopoderoso se enojó, los castigó con la mortalidad y los expulsó del Edén (No los citó al despacho, porque no lo había creado).

Adán fue castigado a ganar el pan con el sudor de su frente (5 minutos por visita para la eternidad).

… y Dios dijo a la mujer: Multiplicaré tus dolores en las preñeces, parirás con dolor y tu marido te dominará.

Eva dejó el Edén, vestida, pero con una sonrisa (tomaba la píldora y había epidural). Seguiría probando los frutos que le apetecieran, sin pasarse ( por eso de la línea), pero Eva, pensaba por si misma, no solía seguir protocolos fundamentalistas, seguía creyendo en su intuición. Seguía creyendo en esa mezcla de arte y ciencia, quería seguir siendo humana y no pensar demasiado en criterios economicistas, dejó el paraíso sin dejar de sonreír porque hacia tiempo que Eva… era atea.

Detrás de la pantalla


Relato publicado en la antologia (Qué me estás contando) Editorial hijos del hule 18-10-07


Eduard observa de forma compulsiva el reloj de diseño que hay en la pared. Dentro de una hora acabará este horrible turno de doce horas. Tiene ganas de huir del ambulatorio, dejar el uniforme en el cesto de la ropa sucia y salir a la calle para respirar.
Cuando llegue a casa, su mujer y sus hijos estarán durmiendo, lo prefiere así. No tendrá ganas de hablar y sobre todo no soportaría escuchar más quejas de nadie, menos de la familia. Se dará una ducha larga y caliente, luego se estirará en el sofá, hasta confundirse con él, y poder sentirse sólo un mueble.
Está a punto de desconectar el ordenador, cuando una voz lo arranca de forma cruel de su ensimismamiento.

–Chicos tenéis un aviso: Tráfico en Gran Vía con Rocafort. Dos politraumatizados y un exitus. ¡Daros marcha! Prepararos para lidiar con prensa y exceso de curiosos, los accidentados son gente del famoseo. Suerte.
La voz cantarina de Raquel, la administrativa, era lo último que deseaba oír; una guindilla para rematar aquel día: Infarto al alba. Cadáver a media mañana, descubierto por las sospechas de la vecina; ya que la abuela llevaba semanas sin bajar la basura. Psiquiátrico de ciento cincuenta kilos a la hora de comer; que con cuchillo en mano, amenazaba a todo bicho viviente que se movía. Pelea con navajazos para merendar, y acabando el turno un tráfico.
¿La gente no sabe divertirse de otra manera?
Llega al lugar del accidente y por suerte la policía se le ha adelantado. Han limpiado la escena, apartando fotógrafos y ciudadanos morbosos, que disfrutan llorando con las desgracias ajenas o viendo sudar a los obreros en los andamios.
Eduard see encuentra con un coche deportivo rojo hecho trizas: un montón de euros, convertido en chatarra. El conductor que llora de forma histérica, solo tiene rasguños sin importancia y una borrachera impresionante. Desde luego, interpreta mejor en la telenovela que emiten cada tarde por televisión; parece más natural detrás de la pantalla. Mientras le inyecta vitamina B y le da un ansiolítico, constata que es más bajito y delgado de lo que parece en la serie; será cierto que la tele engorda. Su compañera no volverá a rodar ningún otro capítulo: está fiambre. Los guionistas tendrán que estrujarse los sesos, pues la joven, cree recordar que era una de las protagonistas de la serie.
Los curiosos se multiplican como las setas. Una mujer llora y grita al público, como si ella fuera un personaje más del folletón de la tarde, informa a todos de que Agnes la hija del banquero está muerta. Un abuelo dice que la culpa es de Ramón, que conducía borracho. Escucha los comentarios sin dejar de trabajar y lamentándose de que la gente sea tan ignorante. ¿No saben discernir la realidad de la ficción?
Eduard ejecuta su trabajo de manera automática, con la eficacia que se obtiene después de años. Atiende al otro superviviente, también actor de la telenovela, y mientras le pone una vía, un collarín y lo intuba, sigue escuchando los comentarios del público, que están disfrutando como camellos con un capítulo en directo de la serie que lleva entrando en su casa, hace más de mil tardes.
La actriz para el forense, el conductor para la policía y el otro superviviente directo a cirugía del Clínico. Por fin se acaba el turno y Eduard se dirige feliz a casa.
Como suponía, encuentra su hogar envuelto en un silencio acogedor. Se estira en el ansiado sofá... pero no tiene sueño. Tampoco tiene ganas de leer. Piensa que será mejor dejarse hipnotizar por la caja tonta y no pensar en nada. Conecta con una cadena en la que emiten películas antiguas, en blanco y negro y se deja arrastrar por las imágenes, por la música de fondo.
Es un pastel de película, un dramón sin pies ni cabeza y Eduard sin saber porqué, empieza a llorar como un niño. Llora y moquea al compás de la protagonista, cuyo novio la ha dejado embarazada y está apunto de lanzarse al río Hudson.